jueves, 18 de julio de 2019

21 17/07/2019 Arenzano (I) - Lourdes (F) 865 km

Hoy, penúltima etapa, sin más trascendencia que la de ser la más larga del viaje. Son casi 900 kilómetros. Así que a las seis de la mañana, como el hotel estaba junto a la autopista, ya estaba rodando. fresco, aunque no tanto. Unos 16 grados. Se agradece que no haya coches ni camiones circulando a esas horas, porque el trazado es enrevesado. Colgado de la montaña, con el mar a la izquierda, pasando innumerables túneles, y curvas sin parar. A eso se suma la miriada de tramos que obras. Vamos, que aunque el límite es de 130, dificilmente e puede ir a más de 110. Da igual de todas formas, porque a las siete, la carretera se puebla de camiones. Y poco mas tarde, aparecen los Fittipaldi Italianos.
Es cierto, que el viaje se hace entretenido, porque vas mucho rato con el mar a tu izquierda, en dirección oeste, y por tanto con el sol de espaldas. De vez en cuando te tropiezas con pueblecito medieval, quer da gusto verlo.  Bueno, el caso es que poco tiempo llego a la frontera y entro en Francia. Se acaban las curvas, pero el tráfico va en aumento. 

La gasolina también va en aumento. ya está a 1,8 Euros. Por el momento la más cara de todo el viaje.Bueno, el resto ya ha sido, ponerse y hacer los 700 kilómetros que faltaban. Como he salido tan temprano, despues de seis horas de conducción, aún solo eran las doce. Cruzo Touluse por la circunvalación sur. Por el norte está el Tour, y han cerrado parte de la autopista. Yo sigo a mi ritmo sin más incidencias. Por suerte, nada de calor. unos 28 grados cuando mas. Ya llegando a Tardes, se nubla. En la gasolinera consulto el pronóstico del tiempo, y dan lluvia de madrugada, y mañana posibles tormentas en Pirineos. Bueno, después de 9 horas de conducción, por fin llego a Lourdes. Me alojo en el mismo hotelito de dos estrellas, en el que estuve el año pasado al volver de Noruega. Es un poco justo en cuanto a comodidades, pero el precio es magnifico, y tienen garaje.

Me ducho y salgo a dar una vuelta. En Lourdes procuro hacer siempre lo mismo. bajo a la Basílica, por la calle principal llena de lugares de comida y tiendas de objetos religiosos. Y una vez en el recinto, me acerco a ver si hay alguna misa o procesión o rosario. Tengo suerte, y en la capilla de arriba, un grupo italiano acaba de empezar la misa. Como se entiende perfectamente, me quedo. Claro que después de la misa en alemán de Nueremberg, y la misa en Polaco en Cracovia, ya entiendo cualquier cosa. El cura italiano, se marca una homilia de lo más animada. Va tocando temas con una soltura impresionante. Además con la gracia italiana. Gesticula mucho, y se me hace amena. Termina contando algo de la historia de Bernardita, la vidente a la que se le apareció la Virgen en Lourdes.  Bueno, terminada la misa, bajo a la explanada, a la gruta, y casualmente está empezando un rosario en italiano también, así que me quedo. Cuando termina, paso por la gruta.


Luego visita a las fuentes con el agua del manatial que brotó en la roca, y que acaban de re acondicionar, y ahora se ve perfectamente tras un cristal, al fondo de la gruta. Y ya para terminar, me acerco a donde se encienden las velas con las ofrendas.  El lugar está lleno de enfermos, y hay gente que en sus semblantes aprecias gestos de verdadera preocupación. Seguramente por algún problema serio, pienso.  Pero no conviene engañarse. Igual que está la moda del turismo de masas, también lo empieza a haber el Lourdes, con mucha gente haciendose fotos , y con poco respeto por el lugar. Dentro de la Basílica, hay un murmullo incesante, por poner algun ejemplo.


Desde que hubo una inundaciones hace un par de años, porque se desbordó el rio y el agua llegó hasta la gruta, desde entonces, se ha arrglado mucho toda la zona. Las velas están ahora al otro lado del río, y hay un puente muy bonito para pasar. También se ha cambiado de sitio la ubicación de las fuentes, yn se ha pavimentado todo y adecentado la gruta.
Bueno, y una vez terminado con esto, he ido caminando hacia el hotel con la idea de tomar algo. Me ha llamado la atención mucho que hay tres restaurantes indios, y es que hay una cantidad enorme te visitantes de la India. Suelen ser familias enteras, pero hay muchísimos. De hecho, no me atrevo a entrar en ninguno de los locales Indios, porque solo hay personas de esa nacionalidad. Así que decido callejear un poco, y llego a esta terraza, donde sirven queso, fiambre, pan y vino. Todo del lugar. Allí me asiento y eso es lo que ceno. Despues, ya nada más. El cielo sigue encapotado. Vuelvo al hotel, con la decisión de volver por Pirineos, si mañana el tiempo lo permite, o volver por Irún, si llueve. Mañana, última etapa. No son muchos kilometros, así que me levantaré un poco más tarde.




 

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